Recordemos que todo está inmerso en un proceso. En fechas recientes, tres intervenciones en entornos singulares han puesto el foco sobre la relación contemporánea entre arte y paisaje:
Olafur Eliasson en el palacio de Versalles,
Richard Serra en el desierto de Qatar y
Christo y Jeanne-Claude sobre las aguas del lago Iseo. Todos los casos suponen una lectura atenta al paisaje, al sitio-específico, que convierten el lugar en base y fundamento del proyecto.
Eliasson, que interviene en el interior de la residencia y en sus jardines, explicaba «Me siento muy honrado de trabajar en un sitio tan icónico como Versalles. Tanto el Palacio como sus jardines son tan ricos en historia, significado, en conceptos políticos, sueños y visiones. Es un reto emocionante crear una intervención artística que cambie la percepción de los visitantes, ofreciendo una perspectiva contemporánea frente a una localización de gran tradición».
El agua en sus diferentes estados tiene un papel protagonista en varias de las intervenciones. En el eje principal de la alternativa urbana de Luis XIV, una catarata artificial brota desde el cielo sobre el gran canal, recordándonos la visión ideal de André Le Nôtre. «La cascada es un intento de terminar, de hacer lo imposible posible, de hacer los sueños realidad», dijo el artista. En las otras instalaciones emplea agua en estado gaseoso y bloques de hielo que van modificándose con el paso del tiempo. «Durante toda la historia podemos observar cómo diferentes modelos de ver el espacio y de relacionarse con él —es decir, la relación del ser humano con su entorno— se han ido reemplazando unos a otros en parelelo a los cambios sociales, ideológicos, técnicos y de otro tipo», afirma en uno de sus escritos, abriendo una nueva visión del paisaje cultural narrada a través del arte.
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Christo y Jeanne-Claude: Los Muelles Flotantes, 1970-2016 (Wolfgang Volz) |
Esta lectura está también presente en la última obra de Christo y Jeanne-Claude, construida con en 70.000 metros cuadrados de brillante de tela amarilla, llevada por un sistema modular de dique flotante con 200.000 cubos de polietileno de alta densidad. Las plataformas se mueven levemente con el movimiento de las olas y los visitantes podrán experimentar esta obra de arte caminando sobre ella —sobre las aguas— desde Sulzano a Monte Isola y a la isla de San Paolo. «Las montañas que rodean el lago ofrecerán una vista de pájaro de Los Muelles Flotantes, exponiendo ángulos inadvertidos y alteración de perspectivas. Se creará un paseo de 3 kilómetros de largo con Los Muelles Flotantes a través del lago de Iseo. Los muelles serán de 16 metros de ancho y aproximadamente 50 centímetros de alto con lados inclinados. La tela continuará a lo largo de 1,5 kilómetros de calles peatonales en Sulzano y Peschiera Maraglio». Concebido inicialmente en 1970, se trata del primer proyecto de gran escala después de la muerte de Jeanne-Claude, acontecida en 2009.
«Cuando viene por primera vez aquí —entonces se estaba construyendo el Museo Islámico— y Sheikha al-Mayassa me preguntó sí quería crear una obra en este paisaje», relata Richard Serra al periódico The Gulf-Times. A diferencia de los lugares altamente antropizados anteriores, Serra se enfrenta al territorio abierto, desocupado, hostil, generando un nuevo lugar, una línea o frontera que cambia totalmente la percepción del paisaje. La claridad geométrica de los monolitos, su aparente repetición y su dramática dimensión transforman el entorno, lo acotan y lo contienen. En la soledad del desierto, sobre el lago Iseo o frente a los muros de Versalles ocurren procesos que introducen el tiempo en la materia. Eliasson identificó, hace ya varios años, una forma de experimentar el mundo con el fin de reestablecer el tiempo como elemento constitutivo de los objetos y de nuestro entorno, como configurador de paisajes.
Antonio S. Río Vázquez